lunes

Se quemó todo...
El pajar del abuelo,
esas bigas azules enramadas a la cal
donde jugaba a la rayuela en noches de ventisca

Se perdió el gato pardo y su miau plañidero
(Quizás fuera una gata)
No me gustaban los gatos,  son difusos abstractos,
interesados de nadie.
Pero este me enseñó a quererlo.
Se fue con las puertas, las camas, los armarios,
el neceser de madera con las arras de plata
Ocurrió tras esa tormenta de piedras blancas
Escondida bajo el puente caían obuses...
Cuando llegué, el humo negro era un señor con sombrero
Ardía la paja...
Nunca mas bailé en esa plaza
El me llamó por un nombre 
y me dejó una oración que ya no rezo,

L.




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